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En el ocaso del siglo XVIII, en la entonces Nueva Galicia –ubicada en el Occidente del virreinato de la Nueva España–, se acrisolaba un sentimiento de identidad y pertenencia territorial entre los descendientes de los antiguos conquistadores peninsulares. Las grandes revoluciones de ese siglo marcarían su derrotero y darían el sustento económico, político e ideológico de sus pretensiones de liderazgo en las selectivas estructuras sociales que los excluían, pese a ser el sector que detentaba mayoritariamente el poder económico. Esto ocurría principalmente en Guadalajara, capital neogallega, sede de instituciones que coincidían para conformar un espacio propicio para el desarrollo de un nuevo orden, por lo cual se convirtió en la instancia difusora de las ideas de cambio. En dicho marco histórico, destacaremos la figura de Francisco Severo Maldonado, pensador criollo de la Nueva Galicia muy poco estudiado, que se adhirió a la causa de la Independencia.