초록 열기/닫기 버튼

México muestra las características propias en sus formas de construir el elitismo. Desde el siglo XIX hasta hoy en día, el reclutamiento político sigue siendo el de camarillas, a través de mecanismos de redes personales. Por lo tanto, el reclutamiento de las élites políticas no se realiza institucionalmente como en los países avanzados, sino a través de o entorno a un individuo. Las tres fuentes más importantes de la formación de camarillas contemporáneas en políticas mexicanas fueron familia, educación y carrera. La mayoría del grupo cercano de Salinas se caracterizó por tener una carrera burocrática en el Ejecutivo, y entre ellos muchos tenían experiencia de un posgrado en el extranjero, en particular, en Estados Unidos; en las universidades privadas, carreras de economía y administración pública, igual que Carlos Salinas. Salinas correspondió al prototipo del tecnócrata mexicano y su camarilla también demostró totalmente una tendencia tecnócrata. Los tecnócratas no se preocupan tanto por el pueblo, porque no tomaron altos puestos a través de elecciones populares, sino por medio de designaciones del máximo mandatario. Según los teóricos modernos de la democracia, el elitismo no necesariamente es incompatible con la democracia. Para que el elitismo pueda ser democrático debe ser producto de un confiable y respetado proceso democrático. Debe buscar siempre su legitimidad a través de la legalidad y la competencia, para que los dirigentes que componen la élite gobernante gocen de la confianza y legitimidad que sólo el pueblo les pueda otorgar. Salinas no obtuvo legitimidad, no fue responsable ante el pueblo, no le inspiró confianza. La elección del presidente Salinas no cumplió suficientemente con la legalidad, el pueblo mexicano dudaba de su legitimidad para tomar la presidencia. El elitismo de Salinas fue muy cerrado, homogéneo, centralizado, poco transparente y obiamente antidemocrático y alejado de la sociedad.